de Tinta Hispana

 

Al lanzar nuestro blog hace un mes y medio – concretamente la misma semana en la que se hubo el primer brote de COVID-19 en Italia – no pensamos que a mediados de abril nos encontraríamos confinados en casa compartiendo este estatus con tres cuartos de la población mundial.

No cabe duda sobre el hecho de que el mundo está pasando por una coyuntura histórica que jamás habríamos pensado vivir, y a la que cada uno de nosotros, más o menos conscientemente, más o menos silenciosamente, espera sobrevivir. Un punto de inflexión que llevará consigo profundos cambios no solo sociales y económicos, sino ante todo antropológicos, es decir, relativos a las formas a través de las cuales concebimos la vida, las relaciones humanas y que determinan nuestras prácticas sociales. Algunos de estos cambios ya podemos vislumbrarlos desde dentro la burbuja de nuestras casas, de nuestras vidas confinadas, aisladas, forzosamente enajenadas. El confinamiento hace que vivamos nuestros hogares como jaulas, que nos sintamos literalmente domesticados, cautivados, despojados no de la mera libertad de salir a la calle, sino de esa libertad de ser lo que más intrínsecamente somos: animales sociales. Las relaciones son lo que realmente echamos en falta. Es por esto que tan solo unos pocos días después de declararse el estado de cuarentena nos hemos aferrado a las videollamadas como remedio, eso sí un tanto paliativo, para presenciar al otro. No obstante, por muy humanos que seamos no dejamos de ser animales, y como tales respondemos a los cambios de nuestro hábitat de forma adaptativa; y en cuanto seres humanos lo primero en adaptarse frente a estos cambios es esa capacidad eminentemente humana que nos diferencia de los demás animales, es decir, el lenguaje.

Rápidamente, y conforme vaya extendiéndose la pandemia de COVID-19 – y con ella la así llamada infodemia a la que todos estamos expuestos a diario – nos estamos familiarizando con un léxico nuevo, hecho de neologismos, de términos científicos que se arraigan en el uso común y también de palabras que solo hace un par de meses nos habrían sonado anticuadas, lejanas de nuestro horizonte semántico, relegadas a tiempos y espacios remotos. Palabras como asintomático, confinamiento, confinar, cuarentena, epidemia, hipocondría, pandemia, vacuna, virus, expresiones como aplanar la curva, curva de contagio, enfermedades zoonóticas, estado de alarma, inmunidad de rebaño, paciente cero, aparecen en los puestos más altos de palabras buscadas estos días tanto en Google como en el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española). Si es cierto que las circunstancias excepcionales producen palabras nuevas, también es cierto que estas suelen ser efímeras, es decir, que aunque se pongan muy de moda durante un tiempo luego desaparecen. Sin embargo, puede que algunas de ellas sigan en el uso común (aun dependiendo de cuánto tiempo dure la emergencia) o que en futuro queden como simulacros semánticos que nos remitirán súbitamente a la época por la que estamos cruzando.

Sea como sea hemos pensado que sería interesante crear una especie de memoria léxica de estos días de cautiverio: una columna en nuestro blog donde presentar a nuestros lectores algunas de estas palabras, dando a conocer su origen etimológico y la evolución semántica que han sufrido a lo largo del tiempo. Será también una ocasión para reflexionar juntos sobre el momento que todos estamos viviendo. Esperamos que puedan satisfacer la curiosidad de los lectores más empedernidos o que sirvan de simple entretenimiento para lidiar con el paso distorsionado de este tiempo que gotea lento entre un jamás y un quién sabe cuándo.

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